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MENSAJE INTERNACIONAL DEL DÍA MUNDIAL DEL TEATRO 2017

Publicado el 27 de Marzo de 2017




POR ISABELLE HUPPERT

Actriz francesa.

Versión castellana para imprimir.
Versión catalana para imprimir.

He aquí que ya hace 55 años que por primavera se lleva a cabo el Día Mundial del Teatro.

Un día; es decir 24 horas que comienzan por el teatro No y el Bunraku, que pasan por la ópera de Pequín y el Kathakali, permanecen entre Grecia y Escandinavia, de Esquilo a Ibsen, de Sófocles a Strinberg, entre Inglaterra y Italia, de Sarah Kane a Pirandello, y también en Francia entre otros, donde estamos, y donde París está, a pesar de todo, la ciudad que más compañías extranjeras acoge.

A continuación nuestras 24 horas nos llevan de Francia a Rusia, de Racine y Molière a Txékhov, y cruzan el Atlántico para acabar en un campus californiano, donde unos jóvenes reinventan probablemente el teatro. Porque el teatro siempre resucita. Solo está hecho de convenciones que siempre tenemos que desmontar. Es así que se mantiene vivo.

El teatro tiene una vida trepidante que desafía el espacio y el tiempo. Las obras más contemporáneas se alimentan de los siglos pasados, los repertorios más clásicos se vuelven modernos cada vez que los montamos de nuevo.

Un Día Mundial del Teatro, no es evidentemente un día cualquiera en el sentido de nuestras vidas diarias. Da una nueva vida en un inmenso espacio-tiempo, y por evocar el espacio-tiempo, quisiera dar voz a un dramaturgo francés, tan genial como discreto, Jean Tardieu. Dice así: “Al referirse al espacio, nos pregunta cuál es el camino más largo de un punto al otro... en cuanto al tiempo, nos sugiere medir en décimas de segundo el tiempo idóneo para pronunciar la palabra “eternidad”. Para el espacio-tiempo también dice: “Fijad con vuestra mente, antes de dormiros, dos puntos cualesquiera del espacio y calculad el tiempo necesario, en sueños, para ir de uno al otro.” Es la palabra “sueño” la que más me gusta. Parece que Jean Tardieu se ha encontrado con Bob Wilson.

También podemos resumir nuestro Día Mundial del Teatro recordando Samuel Beckett, quien hace decir a Winnie con su estilo expeditivo: “Oh, que buen día ha sido”.

Pensando en este mensaje que me han hecho el honor de pedirme, he recordado todos estos sueños de todas estas escenas. Así no llego sola a esta sala de la UNESCO. Todos los personajes que he interpretado en el escenario me hacen compañía, papeles que te piensas que dejas cuando se han terminado, pero que tienen en tu interior una vida subterránea, lista para ayudar o destruir los papeles que vendrán después: Fedra, Araminta, Orlando, Hedda Gabler, Medea, Merteuil, Blanche Dubois...

También me acompañan todos los personajes que he apreciado y aplaudido como espectadora, y ahora soy parte del mundo entero. Soy griega, africana, siria, veneciana, rusa, brasileña, persa, romana, japonesa, marsellesa, neoyorkina, filipina, argentina, noruega, coreana, alemana, austríaca, inglesa, del mundo entero de verdad. La globalización de verdad, está aquí.

En 1964, con motivo del Día Mundial del Teatro, Laurence Olivier anunció que después de más de un siglo de lucha, por fin habían creado un teatro nacional en Inglaterra, que él, inmediatamente quería que fuera un teatro internacional, como mínimo por su repertorio. Él sabía que Shakespeare pertenecía a todo el mundo, en todo el mundo.

Me gustó saber que el primer mensaje del día mundial del teatro en 1962 fue confiado a Jean Cocteau, señalado como el autor, ya se sabe, de ”Vuelta al mundo en 80 días”. Hice mi vuelta al mundo de manera diferente, lo hice en 80 espectáculos y en 80 películas. Hablo también de películas porque no encuentro ninguna diferencia entre actuar en el teatro y actuar en el cine, cosa que sorprende cada vez que lo digo, pero es verdad, es así. Ninguna diferencia.

Hablando aquí no soy yo misma, no soy una actriz, solo soy una de tantas personas gracias a las que el teatro sigue existiendo. Es un poco nuestro deber. Y nuestra necesidad: Como decirlo:

No hacemos existir el teatro, sino que es gracias a él que nosotros existimos. El teatro es muy fuerte, resiste, sobrevive a todo, a las guerras, a la censura, a la falta de dinero. Solamente hay que decir «la escenografía es un espacio vacío en una época indeterminada» y poner un actor. O una actriz. ¿Qué hará? ¿Qué dirá? ¿Hablarán?

El público espera, lo sabrá, pues sin el público no hay teatro, no lo olvidemos nunca. Una persona en el público, es un público. ¡Sin demasiadas sillas vacías, pero! Excepto con Ionesco... Al final la vieja dice: “¡Sí, sí! Morimos en plena gloria... morimos para entrar en la leyenda... Al menos tendremos nuestra calle...”

Hace 55 años que existe el Día Mundial del Teatro. En 55 años soy la octava mujer a quien se le ha encargado pronunciar un mensaje, vaya, no sé si la palabra mensaje es apropiada. Mis predecesores (¡se requiere el género masculino!) hablaron, refiriéndose al teatro, de imaginación, de libertad, de los orígenes, evocaron la multiculturalidad, la belleza, las preguntas sin respuesta...

En 2013, hace sólo 4 años, Dario Fo dijo: “la única solución a la crisis, es la esperanza de una gran caza de brujas contra nosotros, sobre todo contra los jóvenes que quieren aprender el arte del teatro: así nacerá una nueva diáspora de actores, que seguramente sacarán de este obstáculo unos beneficios inimaginables para una nueva representación.

“Los beneficios inimaginables”; aquí tenemos un buen reclamo digno de existir en un programa político, ¿qué os parece? Estando en París poco antes de unas elecciones presidenciales, sugiero a los que parecen tener ganas de gobernarnos que consideren los “beneficios inimaginables” que aporta el teatro. Pero sin caza de brujas.

El teatro para mí, es el otro, es el diálogo, es la ausencia de odio. La amistad entre los pueblos, no se demasiado qué significa, pero creo en la comunidad, en la amistad de los espectadores y de los actores, en la unión de todos los que el teatro reúne, los que escriben, los que el traducen, los que lo iluminan, que lo visten, lo decoren, los que lo interpretan, los que lo hacen, los que van.

El teatro nos cuida, nos protege... Creo que nos ama... tanto como nosotros lo amamos...

Tengo recuerdos de un viejo regidor de la vieja escuela, quien antes de alzar el telón, en los bastidores, decía cada noche con una voz decidida “Place au théatre!”.

Esta será la última palabra. Gracias.


(Traducción: Matthieu Duret, socio de la AADPC - Associació d'Actors i Directors Professionals de Catalunya)